La OMS/WHO la reconoce y define como la enfermedad que ocurre en personas con antecedentes de infección probable o confirmada por SARS-CoV-2, generalmente 3 meses después del inicio de la Covid-19, cuyos signos y síntomas duran al menos 3 meses y no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo.
Los signos comunes son astenia extrema,dificultad para respirar, disfunción cognitiva,trastornos digestivos, dolores articulares y musculares aunque hay un amplio espectro.
Todos tienen un alto impacto en la funcionalidad diaria.
Su aparición no está relacionada con la gravedad de la infección inicial, por lo que puede afectar tanto a pacientes leves,moderadas/os y a graves hospitalizadas/os.;personas de cualquier edad y sexo aunque en un porcentaje mayoritario mujeres sanas entre 35 y 55 años como así lo reconoce el Ministerio de Sanidad.
El estrés alimenta los reservorios virales que prolongan la enfermedad; el esfuerzo físico y mental han de ser pautados aprendiendo a preservar la poca energía de la que se dispone,cuando se pueda realizar alguna tarea o ejercicio físico y/o alguna tarea mental.
Jamás deben forzarse actividades y hacer pausas.
En las/os pacientes que sufrieron un cuadro de Covid-19 muy severo requiriendo una hospitalización en planta o en UCI, se observan daños orgánicos permanentes de ese episodio grave y/o del propio ingreso hospitalario.Es decir, tienen secuelas de la Covid-19 o secuelas post-Covid.
A diferencia de ellas/os, hay un número elevado de pacientes -que no fueron hospitalizadas/os- con o sin confirmación por PCR,AG y serología dado que los tests no fueron de fácil acceso para todas/os en la primera ola de la pandemia y,además,no todas/os las/os pacientes tienen una respuesta humoral (Acs de Sars-Cov-2)
Todas/os estas/os pacientes continúan enfermas/os de Covid-19 y, por tanto, tienen síntomas de Covid-19 mantenidos.
En la actualidad, no se contabilizan los casos ni se hacen pruebas en menores de 60 años y la lista de enfermas/os crónicas/os se incrementa a pesar de la minimización del asunto por parte del sistema.
Casi el 10 por ciento de las personas infectadas por SARS-CoV-2 sigue con síntomas y signos de Covid-19
tras 4 semanas del contagio. En Euskal Herria supone alrededor de un total de 50.000 personas (datos actualizados a 28 de febrero de 2022, según el Departamento de Salud de Euskal Herria).
Ya no lo han actualizado.
El mayor porcentaje
Casi el 10 por ciento de las personas infectadas por SARS-CoV-2 sigue con síntomas y signos de Covid-19
tras 4 semanas del contagio. En Euskal Herria supone alrededor de un total de 50.000 personas (datos actualizados a 28 de febrero de 2022, según el Departamento de Salud de Euskal Herria).
Ya no lo han actualizado.
El mayor porcentaje de personas afectadas corresponde a mujeres, de entre 35 y 55 años y sin problemas de salud anteriores. La enfermedad "no se da por superada", ya que la persona enferma continúa con la sintomatología y los signos de la Covid-19 producidos por los reservorios del CoV-2 acantonados en los órganos y que no 'limpiamos' causando una inflamación crónica.
Pero no se trata de una enfermedad que afecte sólo a las personas que la padecen. Tiene un gran impacto en la sociedad y es una pandemia en sí misma derivada de la inicial. Debido a su carácter incapacitante, su nivel de afectación es a todos los niveles de la vida: familiar, laboral, social, sanitario, económico… por lo que todas/os nos vemos en mayor o menor medida afectadas/os por esta enfermedad.
Dada la situación, trabajamos con nuestras escasas fuerzas en responder a las necesidades que surgen dado el estado en que se encuentra cada persona enferma.
Sabemos que es necesario un cambio común para el entendimiento y el abordaje de esta enfermedad.
Por esta razón, las personas enfermas de la asociación,resistimos combatientes en:
El reconocimiento de la enfermedad;
El recuento correcto de personas afectadas a través del código CIE;
El impulso de la investigación;
La creación y estandarización de protocolos médicos;
El acceso a la rehabilitación;
La búsqueda de un tratamiento efectivo;
La garantía de un seguimiento médico de calidad;
La defensa de los derechos de las personas enfermas y trabajadoras;
El apoyo entre personas enfermas;
La visibilidad social de la enfermedad;
La incidencia a nivel político e institucional para el cambio que esta enfermedad necesita.
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